Tercera parte de Dracula (1958) en la que dos parejas inglesas de vacaciones se pierden y van a parar al castillo del vampiro en Transilvania. La simpleza del planteo argumental anuncia futuras inclinaciones del género de terror (el slasher), aunque el film se estanca por la falta variantes. Dracula debe ser resucitado a través de un ritual bastante sangriento, no habla en toda la función y cuenta con la ayuda de un mayordomo que es aún más tenebroso que él.
