Cuento de misterio en el que un relojero interna a su mujer y sospecha que se la devolvieron cambiada en Buenos Aires en la década de 1930. Chomski regresa a la Argentina para adaptar la novela de Adolfo Bioy Casares, ponerse al servicio del INCAA y adoptar poses de qualité. Si bien el planteo puede remitir a los universos de Jacques Rivette y Raúl Ruiz, dos cineastas que estarían a gusto adaptando a Bioy Casares, el resultado es demasiado pálido. Entre los diálogos imposibles (que afectan cualquier actuación), la pintoresca reconstrucción de época, errores de casting abismales (Esther Goris), unos personajes con poca vida para animar una película de género, unos planos cenitales que no vienen a cuento y las explicaciones racionales que quitan peso a la historia, Chomski jamás encuentra el corazón de la película.