Quinto capítulo de Night of the Living Dead (1968) en el que unos estudiantes de cine filman una película en el bosque mientras se desata una epidemia zombi en Pennsylvania. Luego de su retorno con Land of the Dead (2005), Romero parece que recupera el envión. Reinicia su historia de los muertos vivos y vuelve al micro presupuesto. Tomando prestado las cámaras de video en primera persona, la estética del falso documental y el grupo de personajes jóvenes (hasta ahora ausentes en su obra), realiza tal vez su film más apocalíptico, desconfiado y oscuro. Es que en un mundo en el que el horror se ha vuelto normal y cotidiano, en el que las nuevas tecnologías reproducen el sistema y las expectativas de futuro se reducen al sálvense quien pueda, no hay escape posible. En ese sentido los personajes, que siguen filmando mientras mueren, que no tienen a dónde ir o por qué luchar y que mantienen la desconfianza mutua durante toda la historia, resultan tan o más aterradores que los zombis. Así, el viaje por los dormitorios de la universidad, por las salas de un hospital, por la casa de los padres de uno de ellos y por la mansión monitoreada de otro los lleva a lugares ya contaminados por el horror. A los 67 años, Romero muestra que todavía tiene ganas de renovar el género de terror y que su discurso conserva plena vigencia.