Dark Ride (2006)

Slasher en el que un grupo de amigos camino a New Orleans hace una parada nocturna en una feria con tren fantasma a punto de reabrir donde se esconde un asesino serial escapado de un psiquiátrico en Asbury Park, New Jersey. El film adopta las poses y la dinámica del slasher en estado puro. Desde el prólogo con doble asesinato en 1989, el dibujo de los personajes, hasta las escenas de recreación, la máscara del asesino y el body count final. Y allí radica su principal atractivo. No se propone en ningún momento ser revisionista o autorreferencial. Incluso trata de darle cierta sensación retro a partir de ciertos motivos propios de la década de 1970: la camioneta en la que hacen el viaje, el calendario de 1978 en la oficina de la estación de servicio, una hippie amante de la música que levantan en la carretera. Extrañamente no incluye cámaras subjetivas. Pero los inevitables cambios que se cuelan por el paso del tiempo hacen que la operación no termine de ser del todo exitosa: la agresividad inherente en los diálogos, el abyecto retrato de los personajes secundarios (los enfermeros que tratan al paciente resultan despreciables), la excesiva intensificación del gore al borde de la parodia (cuerpos agujereados, decapitaciones que interrumpen felaciones y cabezas perfectamente rebanadas en dos) y la estética visual deudora de las producciones adscriptas al torture porn de Lions Gate (cada vez que aparece su logo en la secuencia de créditos de un film de terror hay que temer, pero no por las razones correctas). Todo el segmento de recreación hasta la aparición del asesino está montado como una gigantesca broma y engaño. Si bien no resulta lo efectiva que se pretende por todo el tiempo empleado, al menos sirve para dividir al film en dos y dar pie a la matanza. Pero allí Singer no logra desprenderse de un estilo visual propio del siglo XXI incapaz de conectar los espacios, que intensifica los colores digitalmente y agrega innecesarios fogonazos blancos e intermitencias de luces. Por otra parte, el papel del nerd cobra importancia en la resolución y da pie a un giro medianamente efectivo.