Psycho thriller en el que un policía investiga unos asesinatos inducidos por hipnosis en Tokyo. Kurosawa hace un excelente uso de los tiempos, de las elipsis y de los silencios que, sumado a su habitual elegancia, rigurosidad y austeridad en la puesta en escena, lo convierten tal vez en el único autor contemporáneo que hace películas de género. Encontramos en un charco de agua deslizándose o en las cruces marcadas en las paredes más inquietud, más miedo que en cualquier film de terror americano. Si bien la premisa ya había sido utilizada en The Manchurian Candidate (1962) y Telefon (1977) y tiene algunos puntos en común con Se7en (1995), la originalidad del enfoque que da Kurosawa es innegable y el film ya anticipa algunas de las temáticas de Ringu (1998).