Film de animación stop and motion en clave de historia de amor, comedia musical y fábula de terror en el que un joven se enamora de una muerta a la vez que está comprometido en la represiva sociedad victoriana de Inglaterra en el siglo XIX. Por fin Burton realiza un largometraje de animación, tal vez el formato que da más posibilidades a su sentido del humor y su imaginería visual. Por ende que sea su película más explícita en cuanto a su discurso sobre la traspapelación de la normalidad y la excentricidad, con el agregado de que trata, en este caso, los conceptos de vida y muerte. Lo mejor es el contorno expresionista del diseño de personajes con piernas finitas y barrigas prominentes, los detalles de la cara de la novia, el viejo esqueleto cuyos huesos se rompen o el mayordomo de nariz hacia arriba. Más allá de la descripción del mundo de los vivos en el que reina la frialdad y los tonos grises, y el de los muertos, alegre, festivo y colorido, por allí se cuela una idea de la crueldad y de la agresividad inherente a ambas partes que da como resultado una conciencia moral y la búsqueda de trascenderla a través del amor. Por ello, y pese a estar firmado junto a Mike Johnson, es uno de los films más personales de Burton junto a Edward Scissorhands (1990) y Ed Wood (1994). Destacar también la corta duración (sólo 80 minutos) y los escasos pero efectivos números musicales. Hay que festejar el 2005 como el regreso de Tim Burton.