Calmos (1976)

Comedia surreal en la que dos hombres tratan de apartarse del mundo de las mujeres y son perseguidos por un ejército femenino en el campo de Francia. Después del masivo éxito de Les valseuses (1974), Bertrand Blier da rienda suelta a su imaginación sexual para construir una comedia que en un principio es absurda, pero que va redoblando la apuesta absurdista hasta convertirse casi en un cuento de ciencia ficción distópica y en una pesadilla terrorífica. De hecho el film, en su parte final, puede ubicarse en el mismo territorio que Shivers (1975) de David Cronenberg en su discurso sobre la liberación sexual. Las mujeres se convierten zombis hambrientos de sexo. Desde el plano frontal de una vagina en la escena que abre el film en un consultorio ginecológico hasta el final delirante en el que los personajes quedan atrapados dentro de una vagina gigante, pasando por la secuencia en la que los dos hombres son utilizados en una clínica para satisfacer a cientos de mujeres, Blier juega con un humor tan provocativo como imprevisible. Se podrá argumentar que los personajes (tanto masculinos como femeninos) resultan esquemáticos y que no experimentan cambios a lo largo de la película, pero ese no es un problema para disfrutar del film.