Comedia dramática en la que un hombre de negocios recibe una carta anónima de una mujer que le dice que tiene un hijo suyo e inicia un viaje para buscarla entre sus ex novias a lo largo de los Estados Unidos. Jarmusch sin duda tomó nota de las actuaciones de Bill Murray para Wes Anderson o Sofia Coppola y diseñó una película a su medida. Más para indagar en la imprevisibilidad de los tiempos Muertos o para jugar con las convenciones y arquetipos del género que para articular un discurso. Su estilo mantiene el sentido del humor sutil y subterráneo, la melancolía, el laconismo cruel y la mirada nada complaciente hacia una América más vacía de afecto que nunca. Aquí las intervenciones en la planificación, el montaje o la música hacen más visibles las influencias del budismo y la filosofía zen sobre el viaje y el aprendizaje. Jim Jarmusch continúa siendo el más independiente de los independientes americanos. Y seguramente seguirá siéndolo.