Cuento de terror en el que un grupo de documentalistas es guiado en la selva del Amazonas por un cazador que busca una serpiente gigante. El film es un producto mediocre por donde se lo mire. No sabe sacar provecho de la ambientación en la selva, del buen equipo técnico y del reparto competente. Tal es así que por momentos se cuela un involuntario sentido del humor. La anaconda es una serpiente de 15 metros que envuelve a sus víctimas para luego comérselos. Aparecen dos en la película: una verde-amarilla y otra negra-roja. Los estereotipados personajes no aportan la simpatía y el desparpajo que todo film de serie B necesita. Sólo se destaca la presencia de John Voight (el único actor que no se lo toma en serio) como el cazador temible que duplica el villano de la película. Ausentes durante toda la película están el suspenso (la incapacidad para sugerir la presencia de la serpiente es notoria) y la tensión (los asesinatos y las apariciones son torpemente filmadas). Que Anaconda se haya estrenado en los cines es un testimonio de cómo venía el cine de terror mainstream a mediados de la década de 1990.