Tercera parte de Witchouse (1999) en la que una chica abusada por su novio va a la casa de unas amigas que están filmando un documental sobre la brujería en California. Bookwalter vuelve al presupuesto minúsculo y experimenta con las nuevas cámaras de video digital, mientras trata de establecerse dentro de la serie B de corte un poco más industrial ya siendo todo un veterano del género de terror antes de cumplir los 40 años. La historia es bastante lineal y al viejo estilo, por lo que puede demostrar su manejo de los tiempos y de los climas del cine de terror clásico. Las limitaciones del bajo presupuesto y los cuatro únicos actores no impiden algunos momentos aterradores (la sesión de lectura del libro demoníaco, la aparición de la bruja en la bañera, el cartel con letras rojas que aparece en la pared y el asesinato en primera persona) que no por trillados dejan de ser efectivos. Es una lástima que el film se vaya desinflando con el paso de los minutos y que el clímax carezca de impacto y tensión. A esta altura sería bueno plantear el debate sobre los talentos analógicos que están perdidos en la tecnología digital y no pueden hacer un aporte serio al género de terror.