Cuento de terror en el que la dueña de un local de pelucas utiliza a su hijo retardado para matar mujeres y cortarles el pelo en Florida. Resulta doloroso ver como Lewis falla miserablemente al tratar de ensamblar la acción, la música y el montaje. La secuencia en que la protagonista persigue hasta la casa al empleado de limpieza del que ella sospecha es torturante. La dinámica del cine pornográfico a la inversa (la alternancia de asesinatos y escenas de relleno) se impone. Y los asesinatos pésimamente filmados lucen excesivamente falsos. A fin de cuentas, el film se convierte involuntariamente en el testimonio de un estilo de vida (los negocios a costa de la sangre) y anticipa los films de terror ambientados en la universidad (la protagonista alquila cuartos a estudiantes).