Cuento de terror en el que un coleccionista de antigüedades encuentra la calavera del Marqués de Sade que lo convierte en un asesino en Londres. Pese a que el film tiene el habitual toque gótico de las producciones de terror de la Hammer con sus sombras, puertas y cementerios, la ambientación contemporánea habilita un look más estilizado en el uso de las luces y de los colores. Los planos de las estatuas y desde adentro de la calavera moviéndose le dan una poderosa iconografía terrorífica. Pero la mejor secuencia es la transformación del protagonista, una impresionante pesadilla en colores, en la que hasta las paredes adquieren tonos rojos y azules.