Drama criminal en el que los sospechosos del asesinato de una prostituta son interrogados en Roma. Bertolucci debuta como director a los 22 años con un film que combina las indagaciones narrativas al estilo Rashomon (1950) y el estilo visual de la nouvelle vague. Se destaca el constante movimiento de la cámara siguiendo a los personajes, aunque todavía lejos del perfeccionismo visual de sus posteriores films.