Policial en el que un agente es tomado como rehén por una banda que prepara el robo a un banco en una ciudad al norte de los Estados Unidos. Partiendo de cierto minimalismo expositivo, Rafelson vuelve a las raíces de la novela negra y a los tics del film noir. Como resultado tenemos su mejor film en años. Respeta todas las claves del género: la premisa atractiva (el protagonista entra por error a una casa), el retrato de los personajes (todos oscuros y desagradable), una femme fatale arrolladora (interpretada por Milla Jovovich), los interiores asfixiantes en la casa de los delincuentes y la resolución sin ningún lugar para la esperanza. Pero son su estilismo artesanal y su pulso narrativo seguro los que elevan a la película muy por encima de su trama. Potencian ciertos elementos (el sexo, a partir de la extraña química entre Samuel Jackson y Jovovich, la violencia, a partir del personaje del matón desequilibrado), ciertas situaciones (la resignación del protagonista que tiene que elegir al final) y ciertas acciones (el protagonista trata de romper las cuerdas con el fuego de la hornalla, el matón que irrumpe en la habitación y mata con las manos). Rafelson se ha convertido (al igual que Cimino y Bogdanovich) en un indeseable en la industria, pero que cuando lo dejan hacer una película, no desaprovecha la oportunidad.