Drama en el que tres hermanos de una familia negra viven en New York. Cassavetes lleva la técnica de la improvisación no tanto a las actuaciones sino a la puesta en escena y a la narración logrando un emotivo y realista retrato urbano de fines de la década de 1950. El film supera los prejuicios raciales de la trama para retratar con honestidad el tema de la identidad y la adaptación. Para el cine americano tal vez sea su Birth of the Cool.
Si bien hay cierta estilización en la puesta en escena propia de un debutante todavía fascinado por las posibilidades del medio cinematográfico y hay algunas imperfecciones en la grabación del sonido, la ópera prima de Cassavetes proviene de la idea de hacer un film improvisado por los actores, rodado en las calles de Manhattan con jóvenes estudiantes de teatro y sin ningún tema o historia preestablecidos. De hecho los actores comparten su primer nombre con el de los personajes. Al nivel de la narración, no son pocas las innovaciones que presenta. Hoy resulta mucho más común, pero el hecho de asistir a tres historias paralelas, sin ningún privilegio entre una y otra, no era algo común en el cine, aún en la década de 1950. Aún así, la acción que desencadena el conflicto, ni siquiera es una acción propiamente dicha. Es una apariencia, una falsa percepción, que un personaje comete y de la que no tiene tiempo de arrepentirse, porque cuando lo hace, ya es demasiado tarde.