Cuento de terror en el que un grupo de estudiantes de medicina experimentan con la reanimación de cadáveres y empiezan a sufrir alucinaciones en Chicago. El film hace una atractiva representación visual del más allá. A partir de la combinación de extraños paisajes y personajes poco a poco se empieza a perder la noción de realidad. La excelente fotografía de Jan de Bont en tonos rojos y azules recuerda a Suspiria (1977). Y las visiones terroríficas tienen algunos puntos en común con Jacob’s Ladder (1990). Pero el terrorífico escenario es arruinado por el giro reaccionario que advierte sobre los malos comportamientos castigados. Todo en pos de una resolución conciliadora. Este problema anula la necesaria fascinación por el horror y particularmente influye en el desinterés total de la última media hora.