Comedia dramática de fantasía en la que una empleada de una fábrica química tiene un bebé con alas de ángel en Paris. Si Ozon quiere seguir sorprendiendo, debe buscar material en los lugares menos pensados: el drama social, la comedia surreal, la fábula fantástica y la alegoría religiosa. Hasta ahora lo consigue. Más allá de las cuestiones de estilo, de las variaciones de tono y del aporte de los actores, sus films logran emocionar porque nunca adoptan una pose condescendiente hacia los personajes. A partir de la descripción no afectada de la rutina diaria de la protagonista, madre soltera que lleva a su hija a la escuela y realiza un trabajo monótono, donde la fantasía no tiene lugar, cualquier descubrimiento de una pizca de amor tiene un inmenso valor. Si bien en este caso el guión balbucea entre tantos cambios de tono, los efectos visuales de los vuelos del bebé son todo menos maravillosos y se escapan un par de golpes bajos de efecto dramático, el film adquiere todo su significado en la belleza del final. Tal vez Ozon haya decepcionado las expectativas de un autor serio y comprometido, pero, pensándolo bien, en realidad nunca lo fue.