Drama en el que un grupo de prostitutas vive en un lujoso burdel de Paris en 1899. Bonello continúa dando ambiciosos saltos al vacío a partir del retrato de una época como sueño, de explorar el mundo femenino, de abordar el tema de la prostitución y de la inclusión anacrónica de canciones de rock de la década de 1960. Milagrosamente no cae en la indulgencia o la pedantería. Las posibilidades que da el escenario por la ambientación cerrada (hay una sola salida) y el tiempo que se repite por la rutina de los clientes le permiten jugar con la puesta en escena y explorar los temas en profundidad. En ese sentido las imágenes de una terrorífica concepción, la búsqueda de la originalidad y la excentricidad, el tema del judío mártir del siglo XX, el erotismo recubierto por la ritualidad, el uso de múltiples pantallas y la atención a los detalles del vestuario y los decorados componen una de las miradas más lúcidas y provocativas a la época y la liberación de la mujer. Sólo para recrimina el epílogo demasiado explícito y vulgar que empaña un poco el producto. Bonello hace su film más ambicioso y cargado, tal vez sea hora de que empiece una depuración de su estilo.