Targets (1968)

Psycho thriller en el que un viejo actor de películas de terror hace una presentación en un autocine donde hay un psicópata francotirador en Los Angeles. Bogdanovich tiende un puente entre dos formas de entender al género de terror, a la vez que plantea un atractivo juego entre la realidad y la ficción. La postura crítica del film abarca un mensaje anti armas, pero también los valores del americano medio. También hay que destacar el excelente trabajo de cámara en las escenas de la vida familiar y en la planificación de los asesinatos.

Pese a que el asesino sólo mata con armas de fuego y predominan las tomas subjetivas desde la mira de sus rifles, la película es claramente un psycho thriller en al menos una de sus dos partes. La otra concierne más al mundo del cine. Las similitudes con Le mépris (1963) no deben pasarse por alto. Ambos films comparten la idea del cine como arte en decadencia. Targets es un largo montaje paralelo concurrente que sigue dos historias destinadas a confluir. El gran mérito de Bogdanovich es que cuando se juntan la planificación pierde su lógica y contención, asume un tono cuasi documental y el clímax se transforma en un auténtico caos. Boris Karloff quiere retirarse del cine mientras el propio Bogdanovich interpreta a un joven director que trata de convencerlo de que haga su próxima película mientras ven The Criminal Code (1931) de Howard Hawks en la televisión. En paralelo, un joven asesina a su familia en su casa de colores pasteles y se lanza a una matanza indiscriminada con sus armas desde la terraza de una fábrica y la pantalla de un autocine. El humor sutil aparece cuando el director se asusta al ver a Karloff apenas se despierta de una borrachera (el gag tiene más efecto porque sigue a la larga secuencia en que el asesino mata a su familia y dispone de los cuerpos). Intuitivamente Bogdanovich encuentra imágenes mentales: el auto vacío en el estacionamiento mientras el asesino apunta a los espectadores de la película y el único auto que queda a la mañana siguiente. Camino al autocine Karloff se queja de lo horrible que se ha transformado la ciudad de Los Angeles con sus garajes de venta de autos usados.