Drama en el que una joven mantiene unas “sesiones de lucha” con un vecino con el que se siente atraída en un pueblo de Francia. Doillon plantea otro juego extremo y peligroso entre el cine, el teatro, los cuerpos y los actores. El hecho de que los propios personajes ya desde el principio lo planteen como un juego no le quita menos impacto y validez a la propuesta. El film se aleja del tono alarmista y provocativo de las historias de amor sadomasoquistas, pero al mismo tiempo se acerca a un tono de violencia pocas veces visto en un film. Los cuerpos asumen las posturas más extremas y rebuscadas.