Drama bélico sobre un grupo de soldados (retratados en una famosa foto con la bandera en la batalla de Iwo Jima durante la segunda guerra mundial) que vuelven a Estados Unidos y son utilizados por el ejército para recaudar fondos. Eastwood baja los decibeles luego de dos de sus dos films más pretensiosos (y tramposos) precisamente porque esta historia daba para ello. Ni las efectistas escenas de combate, ni la estructura narrativa de flashbacks, ni la fotografía excesivamente descolorida, ni los arreglos formales de degradado prestigio pueden impedir la contundencia y simpleza de la postura que asume contra el gobierno de Estados Unidos y la industria de la guerra. Dos escenas ejemplificadoras son la discusión del general pidiendo diez días de bombardeo en vez de tres y cuando les explican a los protagonistas el objetivo de la campaña para recaudar fondos. El tono distante y melancólico de los últimos 30 minutos que desdramatiza toda la tragedia resulta magistral. Tal vez la estructura narrativa es un puro capricho y termina siendo demasiada explícita, pero es un peaje obligado del Hollywood actual. Un Eastwood menor viene a confirmar que no ha cambiado mucho en más de treinta años de carrera.