Triángulo amoroso de un joven recién salido del servicio militar, su novia que trabaja de mucama de una familia rica y su casera viuda con negocios turbios en Madrid en la década de 1950. Vicente Aranda logra llevar la historia a unos descarnados niveles de intimidad y pasión gracias a la inteligencia en el uso de la elipsis y el off visual, a unos personajes femeninos que son los que siempre llevan las riendas y a una concepción casi moral del amor que remite a François Truffaut. Culmina la tragedia con uno de los asesinatos más brutales y dolorosos de la historia del cine español: la imagen colosal de la catedral montada con los metonímicos planos detalles de una navaja.