Drama en el que una joven libanesa entra a la universidad de Paris en 1993. La protagonista va rebotando de un lado a otro y los personajes que encuentra reflejan distintas caras de Francia. Esa fotografía cálida de los films de Assayas y Hansen-Løve ayuda a esa manera de evitar los golpes bajos y las contracciones de guión. Es una apuesta por el realismo no en términos de veracidad, sino en términos de subjetividad de la experiencia. El gesto cuando el novio fanático de Pixies intenta besarla es señal de que va perdiendo el miedo. La desafectación con que Danielle Arbid filma los últimos minutos podrá no caer bien, pero es la única forma de llevar la película a buen puerto.