Drama en el que un veterinario es testigo del acuchillamiento de un adolescente en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Pablo Trapero le produce el film a Santiago Palavecino, le presta su actriz y compañera, pero la película no termina de levantar nunca. Ya sea porque la trama del crimen carece de resonancia (policial, social o genérica) o porque la historia de la pareja en crisis está tratada con una excesiva distancia y frialdad. La elección del escritor Alan Pauls como protagonista es arriesgada, pero al menos discutible.