Comedia en la que un cajero de una tienda pasa todo el día de trabajo reemplazando a un compañero en New Jersey. Con un ínfimo presupuesto y una fotografía en blanco y negro Kevin Smith debuta en la dirección. Lo mejor termina siendo los diálogos subidos de tono porque la puesta en escena es de una absoluta precariedad y la efectividad de los gags es muy variable. Si bien el sexo y la necrofilia están fuera de la pantalla y de la boca para afuera, el resultado queda cerca de un film de John Waters sin Drag Queens.