Cuento de misterio en el que una escritora de éxito es acosada por una admiradora de su trabajo que poco a poco se hace cargo de sus compromisos en Paris. Adaptación de la novela homónima de Delphine de Vigan (2015). Con elementos conocidos, el suspenso psicológico, la desconfianza, el encierro, los departamentos, Roman Polanski sigue en plan divertimento. También se detecta algo de los últimos films de Verhoeven o De Palma, pero lamentablemente el brillo y la intensidad de la fotografía (Alexandre Desplat) no puede capturar las variantes de la relación de la pareja protagonista. La perversión del juego es mucho más reducida. La película nunca cruza la barrera de lo sobrenatural ni de la violencia explícita, aunque hay una vibración fantástica ya desde la primera escena. En ese sentido, sigue el mismo esquema de La Vénus à la fourrure (2013). Un Polanski de serie B en la década de 2010, el decenio en el que el director de Le locataire (1976) estuvo más activo desde la década de 1970. Ya tiene preparada J’accuse (2019).