Comedia de terror en el que un cocodrilo gigante acosa el pacífico lago de un pequeño pueblo de Maine. El film combina el suspenso, el horror y el gore en la línea tradicional de Jaws (1975) con la comedia (no tan habitual) a partir de las relaciones de los cuatro neuróticos personajes un humor negro y algo retorcido. Lo mejor es el cocodrilo (como debe ser en una monster movie), tan grande que no entra en el cuadro. No aparece ni se muestra hasta la mitad del metraje. Sus apariciones rápidas y repentinas son impactantes. Pero no se queda sólo en eso, sino que propone una cómica radiografía de unos personajes que se debaten entre el miedo, la inexperiencia y la fascinación que les provoca el cocodrilo. Tal vez por eso fue malentendida en su estreno. El tono decididamente B y la escasa duración (82 minutos) hacen imposible aburrirse. El film carece pretensiones y tiene un ritmo imparable. La dirección de Miner (planos generales del lago y subjetivos del agua) es su mejor esfuerzo en combinar el terror y la comedia. Las dos primeras muertes dan unos impresionantes toques gore para empezar. Las dos siguientes explorar la idea del peligro en cualquier momento, lugar y víctima. La resolución alejada de lo previsible hasta se compadece del cocodrilo. Lake Placid es un producto atípico sabedor de sus puntos fuertes y limitaciones porque es capaz de complementarlos.