Comedia de terror en la que dos empleados de un depósito médico accidentalmente lanzan un gas tóxico que revive a los muertos en Louisville. Lo que comienza como un parodia de Night of the Living Dead (1968) termina siendo uno de los mejores acercamientos a la temática zombi en el cine y una de las mejores películas de terror de la década de 1980. El film de Dan O’Bannon es un conjuro de enfermedad, violencia y tragicomedia sádica, pero bellamente fotografiado y con una excelente estructura narrativa. Los muertos vivos provienen de una sustancia química, comen cerebros, hablan y el único remedio es una bomba nuclear. Son los mejores zombis jamás vistos en el cine. En el recuerdo quedan la vieja cortada y el flaco deshecho.