Slasher en el que cuatro ex compañeros de la Universidad secuestran la esposa de un amigo como broma durante una fiesta de Halloween y son acosados por un psicópata disfrazado de payaso en una granja a las afueras de Toronto. Burke logra lo que ningún slasher consiguió: hacer un retrato abyecto de sus personajes. El principal problema es que sus personajes no mueren hasta los últimos 15 minutos de la película y llega un momento que su presencia en la pantalla resulta una tortura.