Slasher en el que una casa para estudiantes es acosada por un asesino en un pueblo de Massachusetts en las vísperas de Navidad. Black Christmas es uno de los primeros slashers norteamericanos, sin duda fuente de inspiración para Halloween (1978), con la cámara subjetiva del principio, y para When a Stranger Calls (1979), con la intimidación telefónica. Aunque mucho más serio y ambicioso que la mayoría de los slashers de la década de 1980. Las actuaciones del reparto le dan cierto realismo al retrato de los personajes. Bob Clark se muestra en pleno uso de sus facultades (especialmente si consideramos su obra posterior): el excelente uso de la música y los sonidos de ambiente (viento, animales), el provecho que saca del decorado, las puertas y las escaleras de la casa (que de alguna forma corta con la tradición gótica), las luces navideñas y los colores cálidos ayudan a crear una atmósfera inquietante que se basa en lo cotidiano y lo mundano.
Pero aún así la película está lejos de ser perfecta. El hecho de que todos los personajes se pregunten lo que el espectador ya sabe desde la primera escena (que el asesino está en el ático) le quita misterio a la investigación e impacto a la resolución. Clark parece reírse de su propio chiste como después haría en Porky’s (1981). El film abre con dos asesinatos en los primeros 30 minutos y luego se estanca por casi una hora en la conflictiva relación de una estudiante embarazada y su novio que falla su examen en el conservatorio. Si por momentos ensaya cierta estructura de historias paralelas o entrecruzadas, pronto carece de variantes porque se va quedando sin personajes.