Comedia dramática en la que dos amigos llegan a un pueblo de Córdoba y se ponen a reacondicionar un hotel abandonado. La película disfruta y hace disfrutar de sus situaciones, tiene personajes recordables, diálogos que superan la mera complicidad, una música que da ritmo a la acción y un montaje dinámico. Lo que tendría que ser la norma en el cine argentino contemporáneo, por lo general es la excepción. Domina una constante sensación de extrañamiento en las imágenes y en unos personajes en continuo estado de descubrimiento. La dinámica de lo imprevisible se da a partir del cruces de géneros (aventura, western, suspenso). De fondo en la trama persiste el ventajismo y el engaño, con lo que el film conecta con cierta tradición del cine argentino. En el recuerdo queda el personaje del peruano de dicción afectada y frases solemnes, absolutamente genial.