Drama en el que un joven hijo de desaparecidos se une a un templo budista en Córdoba. En un principio la propuesta del film es atractiva porque utiliza el tema de la dictadura sólo como disparador, los diálogos cobran cierto relieve filosófico, el tema del budismo está visto con distancia e ironía y la fotografía en scope muestra un gusto por la síntesis. La apuesta narrativa es poco convencional. Pero se estrella contra su propia complacencia y sus propias limitaciones. Pese a bordear el toque pintoresco de Erleuchtung garantiert (1999) y el viaje desafiante de De la guerre (2008), Rafecas no puede sacar provecho del pasaje en el templo. En reemplazo se queda con unas actuaciones que nunca encuentran el realismo, una pobre utilización del flashback, un débil retrato de los personajes femeninos, una ignorancia del coeficiente hawksiano (no usar primeros planos en la escena del beso) y un sentido del humor tan facilista como redundante. El pulso televisivo termina imponiéndose. Rafecas muestra cierta soltura visual, pero debe pulir el resto.