Film de animación en el que un joven guerrero se ve envuelto en una batalla entre humanos y criaturas del bosque en el Japón medieval. El film es otro ejemplo más (por si hacía falta) de la desbordante imaginación de Hayao Miyazaki, el cineasta japonés que ha llevado la animación al borde de la perfección. Todo (la fluidez de la animación, la brillantez de los colores, la perfección de los diseños) invita a la contemplación. El film es un constante placer para los ojos. Quizá algunas referencias mitológicas y algunas costumbres de la cultura japonesa se pierdan en Occidente, pero no eso impide la comprensión de la trama. Miyazaki profundiza su discurso ecológico, su mirada hacia lo extraño, la crítica a la naturaleza belicosa del hombre y a la religión para realizar su film más serio y violento (sin concesiones al humor). Pese a que las criaturas del bosque (lobos gigantes, jabalíes enormes, simios oscuros, enanos guías, el Dios que se transforma) hablan, el film no cae en ningún tipo de infantilismo. Son violentas, oscuras, resentidas, sufrientes. A riesgo de ser repetitivos, también merece una mención la partitura de Joe Hisaishi (los tambores que preludian la batalla y los coros humanos). Princess Mononoke es uno de los mejores films fantásticos de la década de 1990. En el momento de su estreno ayudó a “redescubrir” la figura de Miyazaki en Occidente antes del éxito de Spirited Away (2001).