Historia de amor de un glaciólogo inglés y una camarera americana que van a recitales de rock en Londres. Winterbottom trata de redefinir el concepto de cine de sexo explícito mostrando todo lo que se puede mostrar pero sacándole ese tono violento/reaccionario que va de In the Realm of the Senses (1976) a Baise-moi (2000). Lo consigue por la simpleza de la historia (un hombre que recuerda los mejores momentos que pasó con su ex novia) y la inmediatez de la puesta en escena (más allá de que sea relevante lo que está pasando, lo relevante es que está pasando aquí y ahora). Pero aun así, no puede superar el fracaso general del cine en la representación del sexo. La cuestión siempre es qué es lo que la cámara quiere generar (placer, belleza, sufrimiento), cuando en realidad no tiene nada que “hacer” ahí. Pero al sacarle la progresión narrativa a la historia y el conflicto al no conflicto, el film plantea una pregunta: ¿Y si fuera el sexo lo único que nos queda? Porque las escenas de los recitales sólo sirven de marco (ni siquiera son un contrapunto), la reflexión sobre la proximidad de los cuerpos sólo queda esbozada y el tono amargo de la resolución no admite empatía posible. De a poco se está quebrando el último tabú en el cine mainstream (el sexo no simulado). Tan grave no era.