Biopic de la reina de Francia Marie Antoniette desde su llegada a Versailles en 1770 hasta su partida por la revolución en 1789. El film es una apuesta arriesgada por ser una producción de época, por abordar una figura histórica polémica y por los 40 millones de dólares de presupuesto. Pero al mismo tiempo sirve a Sofia Coppola para expandir su universo luego de dos films aclamados pero pequeños en comparación. Lejos de la frivolidad que podría suponer la colorida puesta en escena, la utilización de canciones pop contemporáneas y la actualización del conflicto, el planteo es serio y trágico. A fin de cuentas vuelve la sensación de frialdad, represión y encierro que transmitía The Virgin Suicides (1999) y la evanescencia de los bellos momentos (el amanecer sobre el agua, los paseos por el jardín) de Lost in Translation (2003). Con un enfoque que, lejos de ser abarcativo, didáctico o acartonado, el film explica mejor la revolución francesa que cualquier manual de historia (el desacople entre el cambio de mentalidad y las condiciones materiales). El silencio del palacio en la resolución es más elocuente que la guillotina. No se trata de una confirmación de Sofia Coppola (talento ya tenía), sino una expansión de su cine hacia otros horizontes.