Drama en el que un submarino nuclear soviético sufre un desperfecto en el norte del océano Atlántico en 1961. Basado en un caso real. La película asume todos los tics del cine de submarinos: el conflicto de autoridad entre el capitán y los oficiales, la steadicam pasando por los estrechos pasillos (aunque poco usada), los rostros de los tripulantes al sumergirse a las profundidades, hasta el soldado que escribe a su prometida. Pero carece del horror y la claustrofobia de los mejores exponentes del subgénero de los últimos años: Das Boot (1981) y The Hunt for Red October (1990). Si por algo no se caracteriza hasta ahora el cine de Kathryn Bigelow es por el realismo y el compromiso ideológico. Y este film no es el mejor territorio para empezar. Cuando intenta emocionar y conmover lo hace con armas desleales. La transformación del capitán engreído y arrogante en el héroe de la función es lo peor de la película. Harrison Ford sigue queriendo “manchar” su imagen. Las espectaculares imágenes aéreas submarinas son demasiado deudoras de los efectos especiales y los $100 millones de presupuesto. Es una lástima que el fracaso comercial de Strange Days (1995) haya obligado a Bigelow a buscar un fácil éxito de taquilla.