Drama en el que los bolcheviques se preparan para la toma del poder en San Petersburgo de febrero a octubre de 1917. Pese a algunas desavenencias históricas y a tener en su parte media los 30 minutos más flojos que rodó Eisenstein, el film no es sólo un mero panfleto celebratorio del décimo aniversario de la revolución rusa. Al igual que Battleship Potemkin (1925), Eisenstein filtra una crítica al proceso (los personajes desnudos), logra emocionar (la entrega de armas) y utiliza el montaje de atracciones (la secuencia de las estatuas). En la resolución, con las masas entrando al palacio, el film recupera el ritmo del principio.