Drama en el que una anciana es acusada de brujería en un pueblo de Dinamarca en el siglo XVII. El doble desplazamiento que hay que hacer para ver el film de Dreyer (a la época en la que fue realizado y al tiempo en que transcurre la historia) permite casi llegar a la esencia de las cosas. El magistral uso de la fotografía en blanco y negro y del off visual es un claro antecedente del cine de Bresson y Bergman. La resolución, antes que una denuncia al poder represivo de la iglesia, mezcla resignación y reafirmación de la voluntad libre.