Cuento de ciencia ficción en el que un grupo de militares ingleses es enviado en busca de la cura de un virus a una Escocia devastada en 2035. Neil Marshall trata de no encasillarse en el cine de terror e incursiona en la ciencia ficción post apocalíptica con una producción de mediano presupuesto. El resultado es desastroso. El film es un compendio de citas poco agraciadas a películas de género bastante conocidas. El apuro que muestra el montaje hace que ninguna situación, escena o idea pueda desarrollarse. El estilo visual de Marshall es una nueva versión del modelo británico publicitario (Ridley Scott y compañía), con sus motivos visuales constantes, sus luces parpadeantes y sus movimientos fragmentados. Este modelo apunta a la opacidad óptica para distraer al espectador con la “belleza” de las imágenes, cuando en realidad lo que hace es impedir ver el vacío de la forma. Como cada tanto se pueden distinguir signos que conduzcan el relato, narrativamente no supone ningún riesgo. Es una lástima que Marshall caiga en esa trampa porque con el inicio que recuerda a Escape from New York (1981), los supervivientes convertidos en una especie de punks caníbales, la fuga de una Glasgow desértica, el pasaje medieval en castillo en el campo y la persecución en la ruta, el film podría haber sido una estilizada y delirante aventura de acción.