Giallo en el que un policía investiga una serie de asesinatos vinculados con una red de prostitución de estudiantes menores de edad en Brescia. Dallamano utiliza toda una batería de recursos visuales para conducir este policial a vertiginoso ritmo de giallo. De los interrogatorios a los sospechosos pasamos a las violentas apariciones del asesino y de allí, a vibrantes persecuciones automovilísticas (genial el detalle de esa vecina que se asoma en la calle para mirar), casi sin solución de continuidad. El film termina apuntando demasiado alto en cuanto a una conspiración que involucra a las altas esferas del poder. De allí que el final quede necesariamente inconcluso. Las oportunas apariciones de la banda sonora de Stelvio Cipriani agregan un ingrediente extra a la acción.