Cuento de terror en el que una arqueóloga canadiense es poseída por el espíritu de una monja crucificada en el siglo XV en el sudeste de Sicilia. Pese a que la película parece resuelta con desgano y apatía, Fulci saca provecho de los tonos azules de la fotografía. El film tiene soluciones visuales y narrativas inteligentes como ese travelling circular antes del flashback. El ataque de los gatos que arrancan los ojos y el hombre literalmente partido en dos retrotraen a los grandes momentos gore de fines de la década de 1970 y principios de la década de 1980.