Cuento de terror en el que un director de cine gore tiene violentas alucinaciones originadas por sus películas en Roma. La película es una especie de testamento o de confesión de Fulci. El compendio de fragmentos de sus últimos films forma un montaje que induce a la carcajada o al vómito. Junto a Braindead (1992) de Peter Jackson marca el punto final de una etapa del cine gore. La secuencia en que el protagonista entra a la casa de un amigo y ve todos los asesinatos de la familia muestran su habilidad para el surrealismo. Ni Fellini o Truffaut fueron tan lejos en un ejercicio de auto exposición en una película como Fulci.