Slasher en el que un joven traumado de niño sale del orfanato para matar disfrazado de Santa Claus en Utah. El film es un descarado exploit comercial de falsa controversia y seguro resultado en la taquilla. Al menos Sellier presenta el costado represivo de la iconografía navideña, religiosa y festiva (los juguetes incluidos) y le da la posibilidad a Linnea Quigley de mostrar su cuerpo una vez más. La mayoría de los asesinatos tienen como arma un hacha, no son demasiado gore y acarrean el problema visual del punto de vista de los slashers en los que el asesino es el protagonista.