Cuento de terror en el que una pareja de vampiros se reúne después de varios años y recibe la visita de la hermana vampira de ella en Detroit. Jim Jarmusch continúa la veta lúdica con los géneros cinematográficos y la celebración del arte como única salida ante un mundo apocalíptico expresadas en su anterior película, The Limits of Control (2009). La rareza es que ahora se trata de un relato de vampiros que huye a todos los recursos habituales del cine de terror (salvo en los créditos con letras góticas y en la resolución). De hecho son los humanos a los que se llama zombis. El film narra una historia de amor un poco desangelada, pero en el fondo bella entre un músico deprimido y su mujer mucho más apasionada. Jarmusch narra las acciones con su habitual ritmo parsimonioso que permite dibujar a los personajes, rendir homenaje a los libros, los instrumentos musicales del pasado y, en este caso, hacer unos paseos nocturnos por la fantasmal ciudad de Detroit. Oportunamente, aparece la hermana de la novia para poner un pequeño conflicto. Para destacar cómo la puesta en escena anuncia en off visual su ataque al amigo/dealer del protagonista con un leve movimiento de cámara que se retrae.