Psycho thriller en el que una adolescente es secuestrada por un asesino serial y reaparece diciendo que es otra persona en un pueblo de California. Luego de una obra maestra como The Lost (2006) Sivertson prueba suerte en Hollywood. No sólo conserva su impronta sino que expande su universo. Desde los thrillers de Brian De Palma que no se veía algo tan parecido al giallo en el cine americano: trama delirante e imprevisible, traumas sexuales y familiares, explícita violencia estilizada, dominio de los recursos formales. No es de extrañar el rechazo unánime de la crítica americana y el fracaso en la taquilla (aunque tal vez tenga que ver más con la presencia de Lindsay Lohan como protagonista). El film no se deja encasillar en las modas fáciles (el slasher adolescente, el torture porn, la historia de fantasmas), sino que recurre a un elemento fantástico imposible para los estándares contemporáneos. La película es una reformulación del tema del doppelganger y las hermanas diabólicas que tranquilamente podrían haber filmado Lucio Fulci o Sergio Martino. Gracias al tono surreal de las escenas, al contraste entre la stripper y la muñequita, un perverso sentido del humor (cuando la protagonista vuelve a su casa totalmente cambiada) y la utilización del color azul (no rojo) como elemento aterrador, Sivertson es capaz de sorprender en cada plano. Tal vez en el último tercio del film pierde un poco de intensidad y la resolución es algo decepcionante. Pero eso no habilita la injusta descalificación del producto. El resucitado estudio TriStar puede convertirse en una vía alternativa para el cine de género dada la absoluta incompetencia de Columbia y Screen Gems en ese terreno.