Femme Fatale (2002)

Thriller en el que una mujer roba unos diamantes en el festival de cine Cannes y es perseguida por un fotógrafo. Brian De Palma se libera de Hollywood y los Estados Unidos, da rienda suelta a sus fantasias más delirantes y como resultado tenemos una de sus mejores películas. Las variaciones de ritmo alcanzan un paroxismo extremo (incluso para De Palma). El film arranca con una secuencia genial que incluye el robo, una escena lésbica y el bolero de Ravel. Después inicia una curva sostenida, pero descendente, en la que el punto bajo es el secuestro. Y recupera el atractivo en un clímax en ralentí que cierra el círculo. Los personajes son tan vacíos como puede suponerse. Rebecca Romijn-Stamos le pone cuerpo a esta mujer fatal que asume las poses de una larga lista de mujeres fatales del cine (de Barbara Stanwyck a Sharon Stone) y Antonio Banderas llena de muecas a su fotógrafo amarillista. La banda sonora de Ryuichi Sakamato es una mini enciclopedia musical en menos de dos horas. La película es una suerte de resumen de las obsesiones recurrentes de los thrillers de De Palma: la personalidad dividida de Sisters (1973), la trama rebuscada de Obsession (1976), los largos y magistrales silencios de Dressed to Kill (1980), el uso de la tecnología para resolver el misterio de Blow Out (1981), el voyeurismo de Body Double (1984), las alteraciones temporales de Raising Cain (1992) y el virtuosismo técnico de Snake Eyes (1998). Hay una idea visual genial que ayuda a comprender la resolución: el año que se muestra en un cartel en un sueño de la protagonista, ya que según el montaje, el salto temporal es imperceptible. Es uno de esos detalles visuales como el del espejo de Profondo rosso (1975). Sigue siendo saludable la obstinación y anacronía del cine de De Palma, siempre ajeno a las modas y al paso del tiempo.