Cuento de terror en el que un grupo de personas en viaje debe pasar una noche en una mansión repleta de muñecos asesinos en Massachusetts. Gordon evita la sensación de déjà vu gracias a no forzar las situaciones, al retrato que hace de los personajes y a una auténtica malicia en el tono. De esta forma logra una atmósfera modélica. Los muñecos tienen una presencia inquietante. Matan a los que no son “niños de espíritu”. La duración no llega a 80 minutos. La inteligente resolución deja lugar para que los personajes escapen por decisión propia.