Thriller en el que un caricaturista ayuda a la policía en la investigación de los crímenes del asesino del Zodiaco en San Francisco desde 1969 hasta 1983. Basado en un caso real. Luego de cinco años de silencio y del experimento fallido de Panic Room (2002), David Fincher vuelve para colocarse entre los mejores directores del cine americano contemporáneo. Fincher utiliza una batería de recursos visuales para ponerse al servicio de una narración clásica y transparente, para redefinir la estructura de tres actos del género criminal y para derrumbar toda certeza a las falsas pretensiones de verdad (en la misma línea que Orson Welles). Además, transmite una indescriptible sensación intermedia entre el miedo y la paranoia, entre la alegría de acercarse a la certeza y la decepción por no haberse dado cuenta antes. A fin de cuentas, lo que se juega de fondo es el problema del conocimiento y del manejo de la información, su captura y su ordenamiento. No es casual entonces que el film comience en San Francisco en 1969. Destacar cómo las escenas de los asesinatos plantean una ruptura al orden y a la cordura. La escena del interrogatorio al principal sospechoso en la fábrica y la escena en que el protagonista baja al sótano del proyeccionista en su casa resultan tenebrosas sin necesidad de más. Fincher demuestra una vez más estar por encima de los directores de Hollywood de su generación.
