Falso documental sobre un hombre con la capacidad de transformarse en otras personas en la década de 1920. Woody Allen utiliza la estética del cine mudo, una historia de lo más descabellada, breves entrevistas a historiadores e intelectuales reales e imágenes de archivo para hacer uno de sus films más extraños. Y de paso, desmitificar varias de las interpretaciones a las que su cine se somete habitualmente. Si bien la voz del narrador termina cansando y el relato no va más allá del planteo inicial, no se puede negar el excelente proceso que hace con la imagen (para hacerla parecer antigua) y el rostro ideal para el cine mudo de Mia Farrow.