Drama en el que un estudiante militante buscado por la policía y una secretaria de un empresario se encuentran en el desierto en medio de la frontera de California y Arizona. Antonioni siente una fascinación y una repulsión por la cultura de los Estados Unidos. Radicaliza sus recursos estilísticos, su tendencia anti narrativa y su postura ideológica. El resultado es de una belleza incomparable.
El film presenta muchos cambios temáticos y estéticos para Antonioni: los personajes más jóvenes, la utilización del formato de pantalla ancha, una mayor insistencia en el teleobjetivo, recurrencia de los primeros planos, escenas surreales o que suceden en la mente de los protagonistas, banda sonora de rock & roll, trabajo con actores no profesionales, el contenido explícitamente político y el sol de California de fondo. Lo cierto es que no deja de ser una película de Antonioni: los espacios desérticos, el viaje hacia un lugar desconocido, el desvelamiento de una realidad (aunque en este caso sea a través de la imaginación), las grandes panorámicas, la arquitectónica composición del plano, una historia de amor.
Cierto es que el guión es un poco cursi, que el comienzo del film es un tanto caótico, que varias escenas carecen de continuidad, que la acción por momentos resulta arbitraria y que los personajes parecen estar pobremente definidos. Pero es una película de contrastes: de la ciudad y el desierto, de la opulencia y la pobreza, de la aglomeración y el aislamiento, del amor y la violencia, de la imaginación y la realidad. Es la forma que encontró Antonioni de hacer un film sobre América y tal vez sea la única forma para él de hacerlo.